Amistad incondicional o salud mental

Algunas veces nos hemos visto en la necesidad, por principios y concepciones acerca de la amistad, de dedicarle tiempo a una persona por la que se siente aprecio, aun cuando esta parezca recorrer el camino de su vida de forma inestable

A veces, nuestro cariño es de tal magnitud que dedicamos gran parte de los momentos de nuestra vida para intentar resolver los problemas de los demás, aún cuando probablemente somos incapaces de llenar los vacíos de otras personas, pues en honor a la verdad, la solución no está en quienes tratamos de ayudar, sino en ellos mismos. Quizás lo único que podemos ser, en ese momento, es su soporte y el hombro en donde caigan sus lagrimas, pero más allá de eso, es muy difícil.

Aquí nos encontramos frente a otro cuestionamiento: ¿Qué hacer cuando se quiere a esa persona y no se desea abandonarla a su suerte? A mi parecer― y no con esto asevero que sea la verdad―, el distanciamiento entre las personas hace que las cosas vuelvan a su debido lugar, e incluso ayuda a que resulten. La distancia lleva a los individuos a mirar las cosas desde una perspectiva más clara y  trae consigo posibles arreglos más provechosos a la hora de solucionar un conflicto.

También creo que otorgar a nuestra amigoa(a) esa garantía de que no está solo(a), salvaguardando así el sentimiento de “Incondicionalidad”, puede minimizar nuestro sentimiento de frustración ―aunque suene contradictorio. Pues si bien es cierto que estamos imponiendo la condición del tiempo para que haya esa distancia prudente y poder así seguir con esa amistad; estamos enviando también un mensaje de solidaridad para con esa persona, que en términos coloquiales se resume en “Estamos juntos, pero no revueltos”.

Por otro lado, si esto no llegase a traer consigo una consecuencia beneficiosa para ambos, creo que entonces los límites de nuestra humanidad habrán alcanzado su tope y probablemente se pierda la amistad pues nadie puede medir nuestra paciencia y por ello es casi un hecho que, de ser así, esa conexión que, antes unía el afecto, se verá quebrantada.

También podemos conseguirnos con otro escenario: sufrimos por el otro, pues  es indiscutible que nuestro nivel de empatía hacia el ó hacia ella se ha magnificado tanto, que pensamos durante todo el día en cómo debe estar aquel o aquella para encontrar su felicidad. En consecuencia, volvemos al punto inicial, no solamente tenemos que aprender a lidiar con nuestros problemas, sino también cargar con el peso de los de esa persona.

Creo en definitiva, que es una cuestión de sopesar todas las cosas a fin de evitarnos un posible error. De igual forma, hay relaciones de relaciones, amistades de amistades y por ende esto no necesariamente debe aplicarse a todo en su totalidad. Las relaciones humanas están sujetas a una infinita gama de variables, así que hay que pensar las cosas bien y en su individualidad.

Para terminar: ¿es la Amistad Incondicional más valiosa que nuestra salud mental? ¿Es más valiosa que el tiempo que invertimos en esa persona?

Luís Adolfo Rodríguez

@laise91