Paz, sueño por todo el mundo anhelado, junto a la armonía y la carencia de conflictos. Muchos son los que hoy en día transitan su camino, lamentablemente aún faltan muchos más por unírseles.
Que equivocados están quienes opinan que la paz es la ausencia de la guerra. La paz ha sido descrita por quienes les sonríen como un estado de calma, en el cual todos los seres humanos conviven junto a la tranquilidad; en medio del entendimiento y la comunicación. El resultado de tal maravilla es la solución pacífica a cualquier desavenencia, donde queden atrás los conflictos y cualquier manifestación de violencia.
Aquellos que se encuentren en desacuerdo con las anteriores aseveraciones sobre el concepto de la paz que yo acabo de proporcionar, y que todavía consideren que la paz es la simple ausencia de la guerra, realícense la siguiente pregunta:
¿Se podría considerar que una persona afrodescendiente se siente en paz al ser el blanco de prejuicios raciales?
La respuesta es sencilla: No, ésta persona no se siente en paz al ser constantemente víctima del desprecio y la humillación de personas inconscientes que discriminan a lo que es diferente.
Si se fijan, no se menciona en ningún momento la palabra “guerra” en la anterior interrogante, sin embargo, es un excelente ejemplo de que la carencia de un conflicto bélico no es inherente a la paz
¿Considero que vivimos en paz? No, en realidad no. Lo más deplorable del asunto es que sí tenemos conocimiento de lo que significa vivir en paz y todas sus implicaciones, pero este concepto no lo materializamos. Las personas se dedican a repetir al caletre las definiciones de paz, armonía, convivencia, tolerancia y respeto; pero no los ponen en práctica y esto hace que su verdadero valor se pierda.
En la actualidad, estamos viviendo en una sociedad que dice ser “tolerante” y que “acepta” a todas las personas por igual. La realidad es que vivimos sumergidos en una hipocresía constante, que se oculta tras la máscara de falsas morales sociales que “apoyan” incondicionalmente a todas las personas, sin importar su raza, credo, género u orientación sexual.
La verdad es que el ser humano está lleno de prejuicios ilógicos, todos productos de la ignorancia y el miedo hacia lo desconocido. Este miedo se convierte en desprecio y el desprecio se concreta en una decisión: rechazar lo distinto a uno.
Es por eso que, hoy día, se siguen observando casos de discriminación, racismo, xenofobia― que es el rechazo hacia los extranjeros ― o de homofobia― que es el repudio hacia los homosexuales.
Si se realiza una retrospectiva al pasado, se podrá observar que varios conflictos internacionales comenzaron por éstas mismas situaciones. El Apartheid en Sudáfrica, por ejemplo, tuvo su origen en el racismo hacia las personas de color lo cual les otorgó superioridad a las personas blancas.
Otro ejemplo sería la II Guerra Mundial, la cual fue causada básicamente por el rechazo hacia una religión diferente, una raza diferente, una nacionalidad diferente. En esta guerra se perdieron más de 60 millones de almas por una causa injustificable e imperdonable. ¿Sería lógico cometer los mismos errores de hace 66 años?
Una de las virtudes del ser humano es que posee una capacidad de raciocinio bastante avanzada. Esto le permite poder aprender de los errores pasados para no repetirlos en un futuro, y eso es lo que las personas parecen no comprender. La sociedad no se preocupa ni por cambiar ni por evolucionar.
Para poder desarrollarnos como personas debemos tener, como requisito indispensable, paz. Sin ésta, nunca podremos progresar para poder forjar un mejor futuro.
¿Cómo se logra la paz? Haciendo realidad la aplicación de valores fundamentales como el respeto, la tolerancia, la convivencia, la armonía, etc.
Con la siguiente reflexión, hago un llamado a las conciencias de buena voluntad, para que a través del aprendizaje y la experiencia compartida, todos podamos despertar a una nueva y deslumbrante realidad. Sólo así el futuro podrá exhibir un gran arcoíris que maraville con los colores de la esperanza, la compasión, la tolerancia, el respeto y el más especial de todos, que es una mezcla de los anteriores, el de la paz.
Elsy Miranda
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